lunes, 21 de septiembre de 2015

¿Vuelta al trabajo?

Septiembre es el mes de las golondrinas, de los reencuentros, del olor a libros nuevos... El fin de la temporada estival, el jaleo y las guirnaldas, dejan paso a una esperada rutina.

Como algunas ya sabréis, me quedé sin trabajo cuando Maya no contaba su primer mes. Durante la baja por maternidad mis días pasaban como en Time-Lapse, a toda máquina, y ya cuando le cogí el truco a salir de casa en un tiempo récord de 2 horas desde el despertar, sentí que podía comerme el mundo. Pero parece que de momento lo que único que hago es merodear de parque en parque y comentar con otras madres horas de sueños, comidas, juegos... He creado así una rutina, llamémosle "normalidad", en la que los días pasan y el tiempo vuela.

Es muy gratificante pasar todo el tiempo con Maya. Verle crecer, disfrutar de cada novedad, maravillarse con cada logro... pero a veces siento que no fui creada solo para ser madre. Fue esa la razón principal para abrir el blog: tener una forma de escape y de conexión con otras madres primerizas que sintieran y padecieran mis mismos miedos e inquietudes.

Antes de tener a Maya vivía en una "rueda viciosa" de trabajo. Salía de casa, cogía el coche, trabajaba, volvía a casa y muchas veces seguía conectada: revisando mails, contestando llamadas y whatsap (cuánto daño ha hecho whatsap al trabajo!!) pendiente de que todo funcionara aunque yo no estuviera. Tenía un trabajo de responsabilidad y aunque yo creía que no estaba "enganchada" a él (parece difícil de creer leyendo esto, verdad?) en el momento en el que se terminó me sentí vacía. Después de cuatro años de duro trabajo, formando un equipo, revisando tareas, coordinando funciones... todo se acabó con una llamada "mañana te rescindimos el contrato". Parece ser que Maya se interponía entre mi trabajo- yo mi bebé- y la empresa. Un trío mal avenido.


Son muchas las madres con las que hablo en el parque que viven actualmente una situación similar. O bien porque han sido despedidas al reincorporarse al trabajo, bien porque se les terminó el contrato y no las han renovado, o porque han escogido el camino más difícil: vivir y disfrutar de sus hijos y de sus vidas. Las hay también que cuentan los días, como si de una condena se tratase, para regresar al puesto y abandonar a sus retoños en manos familiares o ajenas, o las que "pelean" por alargar la vuelta uniendo permisos de lactancia, vacaciones y otros firmados por convenio. Y ya no hablemos de las "mamautónomas", que ni concilian ni trabajan, o lo hacen con unas ojeras que no les caben ya en el rostro.

En la búsqueda activa de empleo, me he encontrado con la siguiente situación: mujer mayor de 30 años con bebé de 10 meses, estudiando oposiciones, queriendo encontrar su sitio (o un trabajo a media jornada) en una ciudad que vive por y para el funcionariado y en la que sólo cabe (al parecer) ser camarera o dependienta.

Todas tenemos nuestra situación especial. Las que regresaron, ansían poder estar más tiempo con sus hijos. Las que esperan al día 10 de cada mes para cobrar la prestación, sueñan con un empleo que les permita sentirse útiles.

Capear el temporal de la mejor manera posible en tiempos de dificultad nos hace replantearnos  las prioridades. Hijos- trabajo- vida. Hijos- vida- trabajo. Hijos- vida... Cada una cuenta con unas cartas. El puzzle para algunas, como yo, acaba de empezar. El juego en sí, es toda una odisea que merece la pena vivir.

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