jueves, 21 de mayo de 2015

Mi vida no cambió hace medio año

Hace seis meses nació mi hija Maya, pero mi vida no cambió hace medio año. En realidad el cambio se produjo en marzo del año 2014 cuando nos enteramos de que ella estaba en camino. 

Unos meses atrás había estado ingresada por una hemorragia producida por un quiste ovárico y semanas después la ginecóloga nos había comentado la dificultad para poder tener hijos de forma natural, por lo que si queríamos ser padres, tendríamos que optar por la estimulación. La lista de espera era de dos años, así que mejor no "dormirse en los laureles".

Maya llegó sin pensarlo, sin esperarla, sin imaginarla. 

Tras los primeros días de nerviosismo, se lo dijimos a los futuros abuelos. Recuerdo que mi madre, imaginándose el duro camino que podríamos haber tenido, lleno de hormonas enfrascadas, control de temperaturas, visitas a médicos... rompió a llorar. Para ella era un milagro. Para mí, un hecho inimaginable. De momento Maya no estaba en nuestros planes, por lo que (y aunque parezca duro) no salté de alegría. Más bien fue un bajón. Si ya es un shock saber que estas en estado, cuando ni siquiera lo esperas, el desconcierto se convierte en hecatombe.

Hay decisiones duras (muy duras) en la vida. Elegir si tener a Maya o no, fue una de ésas. Finalmente todos nuestros planes (cambio de trabajo, posible traslado al extranjero, boda en camino...) se desvanecieron. No sabíamos si estábamos preparados, no sabíamos si lo haríamos bien, pero tendríamos a Maya. Quizás no habría otra oportunidad.

Hace seis meses, un día como hoy, llevaba dos días ingresada por rotura de bolsa. El primer día lo pasé con un propess y contracciones, pero sin dilatar. Al segundo día, tras una noche que no me dejó dormir ni 5 minutos seguidos, me llevaron a la sala de dilatación y me inyectaron oxitocina (mi parto ideal era natural y esperando lo máximo posible en casa.... vamos, nada que ver). Aguanté unas 4 horas sin epidural, pero a las pocas horas de ponérmela, dejó de hacerme efecto. A las 18:00 horas la ginecóloga decidió practicarme una cesárea. Maya nació a las 18:34 horas.



Mi hija es lo mejor que me pasará. Es la sonrisa que me alegra el día. El amor más grande que podré tener y dar. Un amor incondicional. 

Mi hija no nació como yo quería, ni como esperaba. Siempre digo que a mi hija "me la sacaron". Las que hemos pasado por una cesárea, sabemos de lo que hablamos. Experimentar el parto adormilada y con una sábana que te tapa la visión de pecho para abajo, no es lo deseado, aunque te haces a ello inmediatamente.

Cada mes, cuando mi hija cumple su "mesversario", todos recordamos el proceso tan largo que vivimos. Y sobre todo, el día que nuestras vidas, unos meses antes, cambiaron para siempre.

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