martes, 1 de septiembre de 2015

Breve historia de un destete

Sabemos que en la vida las cosas no siempre suceden como las planeamos. En los cursos de preparación al parto deberían tener un cartel con luces de neón en el que pusiera:

"deja de hacer planes con hijos, no te van a servir para nada" 


Uno de mis planes, o mejor dicho, de mis intenciones, era que Maya tuviese lactancia materna en exclusiva hasta los seis meses y que después lo hiciera hasta que ella quisiera. Si tenía dos años y seguía dándole el pecho, por mi parte no había ningún inconveniente. 

A los seis meses y medió, Maya dejó de mamar. Así de la noche a la mañana. De la misma manera que comenzó, lo dejó. 

Recuerdo los primeros días de lactancia y no fueron fáciles. Maya succionaba rozando los pezones contra su paladar  haciéndome unos pequeños callos. Temía el momento de cada toma. El dolor me hacía pensar "y si le doy un poco de leche de fórmula y descanso una toma..." pero el instinto (y mi cabezonería) me decía que debía aguantar un poco más.

Justo cuando ya casi no podía más y estaba decidida a tirar la toalla, fui a la matrona y observó la succión de Maya. Todo estaba correcto, su cabeza, la posición de los labios, la abertura de la boca... me recomendó ponerme aceite de oliva y dejarme los pechos al aire todo el tiempo que pudiera. Sin darme cuenta los callos y el dolor habían desaparecido. La lactancia comenzaba a ser ese momento de intimidad, relajación y conexión que ambas necesitábamos, después de los primeros días de frenesí.

A los seis meses comenzamos a introducir los cereales y el resto de alimentos. Como ya no seguía sacándome leche como antes, un día después de más de media hora, conseguí extraer solo 20 ml. Intenté la opción manual, pero mis pechos no respondían. Esperé un día para ver si las hormonas conseguían hacer su trabajo y producir más leche, pero nada. 

Con el inicio de nuevos alimentos Maya ya no tomaba tanto pecho y noté como no lo aceptaba de la misma manera. Se irritaba en seguida, como si no le saliera todo lo que ella quisiera o cuando ella quisiera. Habíamos pasado de "todo mi alimento es pecho", a "solo por la noche para dormir" y de ahí a "no gracias, dame bibe que sale antes y mucho más".

Maya no ha vuelto a pedir pecho, ni a acercarse para mamar. Ha sido nuestra primera "separación" natural desde que nació y he de decir que emocionalmente no lo he llevado muy bien. Probablemente otras madres estén deseando poder comenzar con la leche de fórmula, en cambio yo hubiera dado el pecho a Maya hasta pasado el año (o más) de edad. 

He entendido que el destete no significa que no quiera estar conmigo, sino que es un proceso de maduración y de desarrollo, y que mi bebé está dejando de serlo con todo lo bueno y lo malo que supone. Al fin y al cabo ella es la que me (nos) marca los tiempos y los planes. 

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