Recuerdo el primer día que sentí el engaño y la frustración. Fue en 3º de primaria. Yo había llevado a clase un estuche rígido de plástico de Minnie Mouse con forma de corazón que podías girar y volverlo ovalado, y que me había regalado mi madre unos días atrás. Lo dejé por despiste encima de los armarios donde guardábamos nuestros abrigos y cuando llegó la profesora preguntó de quién era. Un segundo antes de que yo me levantase, una chica (todavía me acuerdo de ella) se autonombró la dueña. Mi cuerpo se quedó paralizado, asombrado, no podía imaginar que alguien pudiese hacerme algo así, era mi estuche. Pocos segundos después me alcé para reclamar lo que era mío y para mayor sorpresa, la "compañera" se giró airadamente mirándome fijamente y contestando que yo era una mentirosa, inventándose una historia de que no se quién se lo había regalado. El resultado fue indignante para mí, la profesora le dio el estuche a María y yo comencé a dejar de creer un poco en la solidaridad y la justicia.
Hace poco días volví a sentir esa misma sensación de estupor. Os pongo en situación primero; Estaba paseando por la ciudad y encontré una maravillosa iniciativa: venta de objetos de puericultura de segunda mano. (He de confesar que es una idea de negocio que barajé hace un tiempo, por lo que la sorpresa fue todavía mayor). Al asomarme por el escaparate adiviné un cartel de Cáritas Diocesanas, y varias mujeres que estaban colaborando con la venta de los productos.
Imagen del rastrillo de las pasadas Navidades
Aunque tenemos pensado aumentar la familia con un hermanito o hermanita para Maya dentro de unos meses, he REGALADO mucha ropa de bebé. Sí es posible que el futuro hermano o hermana nazca en las mismas fechas, pero las probabilidades de que eso ocurra + las probabilidades de que vuelva a ser niña (casi toda la ropa de bebé Maya era rosa) son escasas, por lo que pensé, yo lo doy y si alguien lo puede aprovechar este invierno, mejor que mejor. Y cuando digo alguien, me refiero a personas sin recursos y cuando digo aprovechar me refiero a que lo compran por 1 € o se lo regalan.
Encolericé al conocer que la ropa no la venden a precios económicos, sino a precios "normales" de 5, 10 y 15 € y en muchas ocasiones como un rastrillo vintage. Pocas mujeres o familias sin trabajo o pasando penurias me encontré tras ese escaparate.
Me indigna mucho saber que están haciendo negocio tras lo que se supone que es uno de los estandartes de solidaridad, respeto, bondad y ayuda... valores que ensalza la comunidad religiosa, y aunque estoy muy lejos de esa comunidad y no comparto en absoluto su credo, sí que pienso y creo en una sociedad igualitaria y justa.
Para mi asombro he descubierto, a raíz de aquel cabreo, muchas iniciativas similares en las que la gente dona y regala objetos y alguien se lucra de ello. Por poner ejemplos llegaríamos incluso a vociferar contra pequeños "emprendedores" que venden plantas aromáticas que recogen de cualquier sitio en lugar de plantarlas en sus huertos, hasta llegando más lejos, el negocio de las eléctricas o las embotelladoras de agua.
En fin, que nos la están dando con queso.
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