lunes, 28 de diciembre de 2015

El día que mi hija salió volando por la ventana

No te asustes, fue sólo en mi imaginación, y a ti, querida mamá o querido papá, también te ha pasado en algún momento de tu vida (o te va a pasar).


Hace varios días Maya estaba inquieta, rabiosa, gritona... No dormía bien por las noches y tampoco comía lo que de normal le hubiera costado cinco minutos de reloj. Comencé a pensar qué podría estar causando tanto trastorno en nuestro día a día. 

Maya lleva casi dos meses yendo a la guardería y su período de adaptación se ha alargado más de lo "normal" porque ha estado de forma intermitente todo el primer mes, entre guardería y casa, convaleciente de los primeros resfriados y virus varios. Hemos conseguido ir aumentando los minutos por delante y por detrás, y de momento nos mantenemos en tres horas al día (de 09:30 a 12:30 h). Pensaba que sus repentinas rabietas y cambios de humor podrían deberse a la vuelta a la normalidad, tras el puente de diciembre, y que pasar de estar con mamá todo el día a encerrarse con sus amigos y la monitora no es de su agrado, así que le pregunté a Toñi (su monitora) y me dijo que jugaba y participaba como antes, aunque sí que la había notado un poco más susceptible... Como no me dio punta para pensar que estaba ante algo serio, descarté la opción de la vuelta a la guarde. 

"Serán las muelas" me dijo mi madre, "dicen que si tuviéramos que pasar los adultos por el dolor que pasan ellos, estaríamos fatal". Así que yo que no soy de medicar a mi hija, me fui a la farmacia a comprarle este gel para aliviarle el dolor. Se lo he llegado a poner dos veces de los innumerables intentos por meterle el dedo en la boca, y aunque sí he observado que no muerde lo primero que pilla, su cambio de comportamiento no aminoraba, así que las muelas, las descarté.

Por las noches dormía fatal. Practicamos el colecho desde que tenía apenas un mes y siempre hemos descansado unas 8- 9 horas. Consulté en mi guía (libro "Bésame mucho" de Carlos González) las etapas del sueño en los niños, para saber si estábamos en alguna época de cambio, y sí, hacia los 12 meses los bebés van afianzando poco a poco sus rutinas y las etapas de sueño, llegando a dormir casi 10 horas seguidas por la noche. ¿What? ¿mi hija va al revés? ¿por qué pasa de dormir a no dormir? Hemos descartado que sea por el trauma de la separación de la guardería y el dolor de muelas, entonces ¿qué le pasa? ¿por qué ahora no podemos dormir?
Pasa de estar casi en coma a despertarse sin abrir los ojos, dar muchas vueltas en la cama y lloriquear. ¿Pesadillas? Puede ser, pero como Maya no sabe hablar nos tenemos que contentar con seguir el jeroglífico.

Algunas tardes tengo que dejar a la peque con su padre, mi madre o mi suegra, porque tengo que atender compromisos personales a los que no me la puedo llevar. Últimamente hay dos tardes a la semana que sí o sí la llevo un rato para que la cuiden. Pensé entonces en lo mala madre que era por hacerle sufrir todo un día, dos veces por semana, y no poder jugar con ella. Caí en ese momento, en que a lo mejor no tenerme para ella, le hacía sentirse más débil y vulnerable. Las abuelas, saliendo al paso, me tranquilizaron diciéndome que la niña no extraña a nadie y que con ellas se lo pasa genial. ¿Entonces?


Conclusión personal:
un bebé es una olla en ebullición llena de incertidumbres, inseguridades y miedos. Están solos ante lo desconocido y solo sus padres pueden calmarlo haciéndole entender que cada nueva etapa que se abre ante él es maravillosa y hay que invitarle a que pruebe, se relacione, investigue, piense, critique... 

Maya está dejando de ser bebé y hay muchos cambios en su vida:
- Ha comenzado la guarde y se tiene que relacionar con otros niños, cada uno en su idioma, y tiene que aprender a jugar, sola y con ellos, y a compartir.
- Le están saliendo las muelas y aunque su dolor sea leve, moderado o agudo, puede provocarle cambios de humor y despertares nocturnos.
- Varias veces a la semana se queda en otra compañía porque su madre está en varios proyectos. Para ella ese no es un problema, pero para mí sí. Cuando vuelvo a casa y tengo que seguir con la rutina (baños, cenas y sueños) me encuentro más cansada de lo habitual y acabo doblegándome a la falta de paciencia y las malas contestaciones. He notado que desde que trabajo en casa y mis frentes aumentan, mi carácter se ha ennegrecido y tiendo, en momentos de plena rabieta, a hablarle de una forma más brusca a Maya. Para eso el blog paternidadconapego.com fue una dosis de calma y saber hacer. Los niños se sienten incomprendidos cuando hacen algo mal (por ejemplo una rabieta, en la que se sienten sobre emocionados) repiten patrones que observan (si yo le digo "Maya esto no!" apuntándole con el dedo, ella entiende que cuando quiera algo de una forma extraordinaria, me lo hará saber gritando, porque es lo que yo le enseño). Es difícil saber medir los sentimientos, pero hay que respirar profundamente e intentarlo de nuevo pasados unos minutos. Hay que pensar que cuanto más inadecuado es su comportamiento, peor se siente un niño, por lo que debemos saber guiarle sin humillarle, sin gritarle, intentando que se desahogue. Los niños aprenden gradualmente y debemos respetar sus ritmos de desarrollo. 
Nadie nos ha dicho que criar sea fácil, pero piensa en cómo te sentirías tú si te encontrases en su misma situación y cómo te gustaría que te calmasen, seguramente ahí tengas la respuesta a tus dudas e inseguridades.

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