jueves, 14 de enero de 2016

El bebé de Carolina

Ayer se constituyeron las Cortes Generales (Congreso de los Diputados y Senado) y la noticia fue: Carolina Bescansa (Podemos) lleva a su hijo al hemiciclo. De repente, los medios se incendiaron, las redes sociales bullían en un sinfín de comentarios y los periódicos llenaron de titulares de todo tipo sus portadas. La polémica estaba servida.


Cuando una mujer es madre en la sociedad actual, ya está representando a un porcentaje de la sociedad que es completamente diferente de la de hace 50 años. Y pensaréis, ¡qué obviedad más grande!. Detengámonos. Hace 50 años las mujeres que se casaban no tenían opción: se casaban, tenían hijos y se quedaban en casa. No existían varios tipos de familias, había una única y verdadera, como la Iglesia Católica, magna, pura y poderosa. Hoy contemplamos familias de todo tipo: madres solteras, padres solteros, madres lesbianas, padres homosexuales, familias con hijos subrogados (nacidos de un vientre de alquiler), con hijos adoptados, de diferentes nacionalidades, familias sin hijos (porque también forman una unidad familiar, claro que si!), y más allá, encontramos también mujeres que no desean tener hijos, estando solteras o casadas. En definitiva, hoy día tenemos opciones de todo tipo. Elecciones que nos hemos ganado por derecho.

El siguiente paso en el análisis es delicado; hablamos de la conciliación. Una mujer cuando es madre lo aprecia bien. Si antes una mujer soltera, tenía un buen puesto, era una fiera. Si esa misma mujer es madre, pasa a ser menospreciada. Nuestro valor en esta sociedad radica en ser productivas, y ese valor termina cuando somos madres. 

Muchas mujeres que han perdido su trabajo al ser madres (porque no existen políticas sociales ni laborales reales que permitan poder conciliar) han apostado por el autoempleo y en el casi 80 % de los casos, son negocios en internet, que les permitan estar en casa y criar a la vez.  

Esto nos lleva a la siguiente reflexión: podemos ser madres, pero sólo de forma autómata, es decir, parir y salir del hospital para ir directas al puesto de trabajo, que ya nos cuidarán a otros los hijos. Así lo hizo la Vicepresidenta en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, alegando que ella es muy feminista (pero que muy mucho) y para ella el feminismo es poder elegir siendo mujer. Incluso teniendo derechos (ojo al dato), el poder del feminismo radica para Santamaría que, aun teniéndolos, debemos elegir sin que se conviertan en deberes (en lugar de luchar para obtener derechos). Que si se tienen 6 semanas por ley para disfrutar de la baja por maternidad, ella se las salta a la torera y disfruta unos días, "regalando" a su marido el resto para que cuide a su hijo. (Ver en el minuto 49:54). Me encantaría ver una sociedad en la que las mujeres releguen de sus derechos en pro de hacer lo que les dé la gana, como poder asistir a un Pleno del Congreso para gritar "sí al aborto".  Creo que Santamaría, con lo aplicada que es, confunde todavía dos términos: derechos y deberes. Un derecho se adquiere y es inherente a la persona: derecho a vivir, por ejemplo. Y el deber es lo que la sociedad, el Estado y las leyes te marcan: por ejemplo, no tenemos el deber de matar, porque las leyes nos lo impiden. Incluso uno a sí mismo no tiene ese deber, por ejemplo en los casos de eutanasia, algo muy debatido por otra parte. Confunde aquí la Vicepresidenta en funciones entre derecho a poder criar con el deber de criar. Dos cosas bien distintas. Y es que lo preocupante es esto, queridas lectoras; que mujeres que nos representan, por ideología o por estar sencillamente como mujeres en primera línea de la política, rechacen a los niños, ¡incluso a los suyos propios!

El problema, amigas, no es que tengamos hijos, cómo los tengamos, cuándo los tengamos, o si trabajamos o no. El problema son nuestros hijos. La sociedad no quiere niños, molestan. Por qué sino, no tenemos baños con cambiadores en lugares públicos, o salas de lactancia, o parques públicos infantiles en condiciones, o políticas de permisos de ma(pa)ternidad más amplios, o retribuciones más altas a madres que concilian y quieren mantener sus puestos de trabajo... Por qué sino un político o política, señalando a Bescansa, dice "me parece lamentable" (Jorge Fdez Díaz, Ministro de Interior en funciones), "esto no hace falta" (Carme Chacón, política y madre), "traerlo al hemiciclo no es cómodo ni para el bebé ni para nosotras" (Isabel Rodríguez, política), "Carolina Bescansa ha ido con su hijo para figurar, los menores necesitan protección" (Ana Oramas, política y madre). Si ni siquiera ellas y ellos dignifican a los menores en nuestra sociedad ¿quién lo va a hacer? Quizás Carolina, con ese gesto, se ponga manos a la obra y comience a dar voz y color a un tema, que mientras sea polémica, nos recordará que todavía queda mucho por hacer.

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