jueves, 24 de marzo de 2016

#mamaopositora

Detrás de cada madre hay una maravillosa historia. Todo cambia cuando tienes un hijo; las prioridades, los miedos, las sensaciones, la forma de entender la vida... En mi caso mi vida se tambaleó a los pocos días de tener a Maya: me despidieron. Yo lo entendí como "no te queremos con un bebé que se interponga entre nosotros y tú". Ese trabajo había supuesto lo mejor de mí durante cuatro años y ahora lo que me recordaban era que había pasado a otro estado, al saco donde van los desperdicios, a encontrarme en tierra de nadie

Tras semanas enviando el currículum a diversas empresas, sin tener alguna contestación, decidí que lo mejor era estudiar oposiciones. En ese camino he encontrado muchas mujeres que son mamás. Coincidimos muchas veces en la biblioteca estudiando y eso me ha llevado a conocer sus porqués.

Diana estaba trabajando en una empresa desde hacía 8 años. Se quedó embarazada de su segundo hijo a los 14 meses de tener el primero y eso a su jefe no le sentó bien. Tras su baja por maternidad, la despidieron un día antes de coger las vacaciones. 

A Esther le pasó algo parecido. Se quedó embarazada de su segunda hija también al poco de que la mayor cumpliera el año. Estando todavía embarazada, sus propias compañeras de trabajo le hacían cargar con cajas y la insultaban. Se había creado un clima insano, tenso y totalmente inhumano. El jefe alentaba a las trabajadoras para que Esther se fuera de su puesto en el supermercado. Pero Esther aguantó y aguantó. 15 días antes de dar a luz la despidieron. Estuvo bajo terapia psicológica cinco meses tomando antidepresivos para poder dormir.

Carlota es periodista. Durante 10 años estuvo escribiendo artículos de investigación, hablando de política internacional. A los seis meses de dar a luz la despidieron porque "estaba demasiado pendiente de su hijo". No le pagaron su sueldo durante cinco meses. Al final tuvo que ir a juicio.

Miriam nunca ha tenido un trabajo estable. Compaginaba labores de azafata en congresos con bolos en la orquesta. Le salió una oportunidad de comercial. La verdad es que le iba bastante bien. Consiguió los pluses de bonificación en los tiempos indicados por la empresa. Tenía toda la pinta de que le iban a renovar, pero anunció su embarazo. Su hija dentro de poco cumplirá un año y ella sigue sin trabajo.

Belén es ingeniera agrónoma. Su despido en 2012 la llevó de regreso a su casa, un pueblo de 8.000 habitantes. Está casada, tiene dos hijos y lo tiene claro: si no aprueba las oposiciones tendrá que dedicarse a criar gallinas o hacer mermeladas. La mujer en el mundo rural no tiene muchas más opciones.

Son cinco compañeras, pero creo que podría aumentar la lista tres veces más. Son mujeres, madres, inteligentes. Que han apostado por un camino difícil, lleno de altibajos, esfuerzo y sacrificio. Estudiar, intentar sacar horas al día para poder conciliar. Sembrar para luego recoger. Es difícil y es duro porque no podemos llevar nada a casa. No "aportamos" nada. No pretendo desmerecer el trabajo de otras madres, que se levantan cada día a las 07:00 de la mañana, dejan a sus hijos en las guarderías y no los ven hasta las 20:00 de la tarde. Yo soy una de esas hijas, pero no lo quiero para mí ni para Maya. Por eso he decidido pelear por conseguir una plaza en la que se respete mi vida profesional y familiar. Otras probablemente no tengan la opción, no se lo planteen, o no se vean capaces de empezar de nuevo. Solo cuando sientes que estás abandonada por la sociedad, creo que es cuando das el paso

"La única diferencia entre un sueño y un objetivo es una fecha" Edmundo Hoffens.

Para todas ellas #mamaopositora

Nota: por respeto a su intimidad, los nombres y algunos datos de las anteriormente citadas, están cambiados.


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